Cuando llegamos a nuestra casa en Calcuta, fue únicamente para confrontar el desolador misterio de la muerte. Sufrí un colapso y quedé como sin vida.
Pasaron muchos años antes de que mi corazón se tranquilizara.
Clamando constantemente a las puertas del cielo, mi llanto consiguió por fin atraer la atención de la Madre Divina.
Sus palabras trajeron finalmente el bálsamo que curó mis abiertas heridas.
"¡Soy Yo quien ha velado por ti vida tras vida, en la ternura de muchas madres!,Reconoce en mi mirada los hermosos ojos que estas buscando".
Autobiografía de un Yogui
(Paramahansa Yogananda)
Un beso, Juan Miguel
ResponderEliminarY mi cariño como siempre!
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